Ved que entenderme es muy sencillo,
basta con saber que hay veces
que las palomas del tiempo me sobrevuelan nostalgias
y que a pesar del riesgo de convertirme en estatua de sal,
irreverente siempre,
a través de las tortuosas sendas del olvido
regreso la mirada y voy exhumando recuerdos
hasta llegar a aquel tímido rincón
que cada día, al morir la tarde,
se escondía del fulgor de las farolas
y donde yo comenzaba a descifrar la noche
a través del brillo enamorado de unos ojos
mientras mis manos coquetas
dibujaban arabescos en su espalda,
y los besos se bebían poco a poco el temblor
del lamento apasionado de los suspiros.
del lamento apasionado de los suspiros.
Otras veces, romántico empedernido,
regreso la mirada a mis angustias,
y capitán corsario, en mi barco de papel,
navego suburbios laterales de cansancio
hasta la orilla de sal de mis desvelos
para desembarcar, ilusionado, mi distancia
para desembarcar, ilusionado, mi distancia
hasta la cercana lejanía de un ayer contestatario,
cuando el miedo sometido,
que mascullaba por lo bajo su derrota,
todavía deambulaba las aceras
o se pudría tras las frías rejas de las cárceles
(crueles purgatorios doctrinarios)
y los jóvenes,
armados solamente de utopía,
conquistábamos la calle puño en alto
exigiendo amnistía y libertad a los tiranos.
Sí, por aquel entonces
logramos amortajar la oscuridad de nuestros miedos
y luchar para salir del gris y darle color al horizonte.
Pero aquellos, sin duda, eran otros tiempos…
Hoy, cuando la corrupción es la
savia del poder
y el acomodo se nos ha instalado en las arterias,
hoy que los poetas,
que eran la voz del pueblo,
se han suicidado de indiferencia
en los abruptos acantilados del silencio,
hoy cuando el que se decía dios omnipotente,
el mismo que incapaz de arreglarnos ésta
se nos ofrecía como solución para la otra vida,
yace corrompido entre oropeles,
los nuevos y todopoderosos dioses inventados,
los mercados,
esos malditos bastardos,
le sacan brillo a la cruz gamada,
mueven los hilos de nuestros corrompidos dirigentes de trapo
y nos envían sus innovadoras plagas bíblicas
en forma de primas de riesgo, paro, recortes, miseria y hambre.
Y yo que nunca fui capaz de suicidarme
porque prefiero luchar por algo digno
desempolvo una revolución,
que guardaba por si acaso,
en los bolsillos del que me late
siempre a la izquierda del pecho
que guardaba por si acaso,
en los bolsillos del que me late
siempre a la izquierda del pecho
y me dedico a escribir en mis papeles
para lanzar a los cuatro vientos este grito de indignado,
que no poema,
porque como bien sabéis
la indignación no requiere de florituras.
¿Véis como no es difícil entenderme?
Soy tan simple...
© ~ Antonio Urdiales - 25 Septiembre 2012