
¿Quién,
tras olas cáusticas de hastío,
no abandonó el timón de los aullidos,
recogió palabras al ocaso
y navegando al pairo del silencio
no se perdió tras las sombras
en la calma chicha de un suspiro?
¿Quién,
¿Quién,
infectado de ausencias cotidianas
no acudió por urgencias a la noche,
traspasó el umbral de sus misterios
y a la nostalgia callada,
que siempre está de guardia,
no suplicó, tal vez, una palabra amable?
¿Quién,
¿Quién,
amparado en lo efímero del tiempo
no vistió de sonrisas su regreso
atusó los cabellos a la espera
y sobreviviendo su muerte prematura
no se mordió la pena a dentelladas
para callar su derrota frente al mundo?
¿Quién,
¿Quién,
ciego de buscar en las tinieblas
no agarró el bastón de la botella
se sumergió en la ciénaga de las sombras
y hastiado de escribirse en soledades,
no tomó la pluma y de un plumazo
escribió silencio y puso fin a su poema?
¿Quién, en fin, no se soñó poeta en algún momento?
¿Quién, en fin, no se soñó poeta en algún momento?
© Antonio Urdiales ~ Julio 2008