Por los surcos de la vida
las ratas esparcen semillas de ocaso
mientras que por las aceras del día a día
el desencanto arrastra su sombra,
herido de desempleo, miseria y hambre.
Y por las esquinas del tiempo
Y por las esquinas del tiempo
asoman, insolentes, los cambios dirigidos
hacia oscuros intereses personales,
mientras que por las riberas de los parqués
vigilan, vestidos de noche hermética,
murciélagos hematófagos,
inquisidores vitales de la muerte,
para inyectar sus colmillos infectados
sobre emprendedores incautos y soñadores
viciando con su baba dictadora
el océano convulso de los mercados.
Hasta por los putrefactos subsuelos de la política
Hasta por los putrefactos subsuelos de la política
ruge el estruendo letal de la catástrofe,
se derrumban los castillos de arena construidos
y se convulsionan los despachos palaciegos,
donde las marionetas del poder
danzan al tétrico son que le dicta
la ambición desmedida de los bancos
y lucen, nerviosos, sus modelos de Armani
por las corruptas pasarelas de oropel
de las seudodemocracias que gobiernan
mientras anuncian drásticos ajustes para el pueblo.
Entre tanto, el paro es ya la peste de este siglo
Entre tanto, el paro es ya la peste de este siglo
y los recortes sociales, como una plaga,
extienden su vómito purulento
por las pieles desnudas del bienestar
hasta donde dormita hipnotizada la razón,
acomodada dulcemente en su silencio.
Por lo tanto, podéis creerme,
Por lo tanto, podéis creerme,
jamás ondeará en mi mástil
vuestra corrupta bandera de desprecios,
ni contaréis jamás con mi llanto derramado
porque hoy, que me nace una revolución a cada paso,
le abro al aire limpio las ventanas
y decido cercenar de mi existencia
cualquier acción que deshonre mi memoria.
Apartad pues, mediocres, de mi rumbo,
Apartad pues, mediocres, de mi rumbo,
que no me motivan vuestros cantos de sirena
ni creo ya en la divinidad de vuestros dioses,
ni me preocupa que me tachéis de marginal,
que es hora ya de enterrar el miedo y los silencios,
de unir mi indignación a la de otros indignados
y salir a la calle, porque es nuestra,
para gritar junto a ellos la corrupción
que infecta a todos los poderes,
y dejar constancia de mi voz
junto a la de los demás poetas
que han regresado la mirada a lo importante,
han desnudado las mentiras que os sostienen
y os dejan con vuestras ridículas vergüenzas,
como solemos decir por estos lares:
al ventestate, corruptos, al ventestate.
© ~ Antonio Urdiales ~ 07 Noviembre 2011