A veces, sólo a veces,
entre los brazos nerviosos de la
espera,
mientras surfeo soledades
por las áridas dunas de mis pesadillas,
recojo el eco grave del silencio
y logro descifrar algún enigma
que se empeña en ocultarse a
todo el mundo
y es entonces, solo entonces,
cuando uno comienza a sentirse
el elegido.
Pero dura poco el pálpito agudo en
la sangre
porque enseguida
en el escarpado acantilado de la
realidad cotidiana
se me suicida el ego.
Y otra vez regreso a este lado
del espejo
a transportar mis derrotas por
el mundo,
con la sombra haciendo guardia
en la garita,
siempre expectante,
por si tornaran las tormentas
con sus rayos
a incendiar los áridos bosques de
mis infiernos.
© - Antonio Urdiales –
18/06/2022
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