domingo, 26 de junio de 2022

 


Era el tiempo gris,

la alegría intentaba escabullirse de la niebla

haciendo fluir la arena en los relojes

entre lecturas clandestinas,

prohibidas por pederastas de sotana y alzacuellos,

que escondían tras los sólidos muros

de sus silenciosos conventos

sus múltiples y vergonzosas debilidades

y donde el dios que predicaban

a base de palo y catecismo repetido,

era tan solo una entelequia,

que se enmohecía en sus ajados escapularios.

 

Era el tiempo gris,

como amenazando tormenta a cada instante

y la alegría se expresaba en asambleas clandestinas

fantaseando con la a muerte del tirano,

o a través del spray en las fachadas,

cuando el alba argumentaba el toque de silencio.

 

Las pisadas de las botas militares eran el eco

que azuzaba nuestros ágiles pasos

para evitar la húmeda eternidad de las mazmorras,

mientras las sádicas porras de “los grises”

agotaban su oxígeno, extenuadas,

sin llegar a pisarnos los talones.

 

Era como un macabro juego con la muerte

donde algunos se fueron quedando en el asfalto

sin que la espiga dejara de danzar a ritmo con el viento

ni las ensangrentadas garras del águila parda,

incendiadas de ira moribunda,

intentaran teñir de rojo el trigo.

 

Era el tiempo gris, pero gris de veras,

y a pesar de ello y de ellos

la vida que el poder nos programaba

se iba liberando de sus cadenas,

mientras la alegría, siempre inquieta,

inventaba el amor libre en cada esquina,

y tú y yo, con los sueños aun intactos,

comenzamos a desbrozar nuestro sendero

de mordazas impuestas y de miedos,

y tras escribir con spray rojo

“prohibido prohibir”, en nuestro muro,

nos propusimos luchar codo con codo

para sembrar de esperanza cada aurora.

 

©  ~ Antonio Urdiales

No hay comentarios:

A VECES

    A veces, sólo a veces, entre los brazos nerviosos de la espera, mientras surfeo soledades por las áridas dunas de mis pesadillas...