domingo, 29 de mayo de 2022

 




Llueve

 

Llueve…

como llueve la ausencia de tu aroma

por mis mejillas,

con esa monotonía fatal de aburrimiento

con la que ocurre todo lo que es irremediable,

o con esa lentitud exasperante

con que el dolor lacera la mente.

 

Llueve…

como llueven las chispas ya apagadas

en las brasas cenicientas que me habitan.

 

Tras la juguetona humedad de los cristales,

la luz huye de las sombras

y se arrastra, paso a paso,

hacía el templo oscuro de un ocaso gris

donde habitan los fantasmas de un recuerdo,

que se perdió en el olvido rectangular del calendario.

 

Llueve…

y en la penumbra,

al abrir la ventana

el aroma a tierra húmeda

se cuela en silencio hasta la estancia,

excita sin pudor mi pituitaria

y ensancha mis pulmones cuando inspiro,

pero he perdido el canto delicioso de los pájaros,

y en este silencio, que no calla,

solo me quedas tú habitando el pensamiento

y esa balada monótona que interpreta la lluvia

al caer sobre los charcos.

 

 

 

Llueve…

                   … Llueve…

                                            …. Llueve...

 

 

 

© ~ Antonio Urdiales – Abril 2022

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